Hoy un niño comió, pero mañana… no sabemos.
Hemos logrado tender una mano, aunque sea por un instante a niños que viven en la calle con el estómago vacío y el alma rota.
Este pequeño avance nos da aliento, pero no basta. No podemos conformarnos con una pausa.
¿Y si fuera tu hijo quien duerme con hambre en la calle?
Una comida no cambia una vida. Un compromiso sí. Los niños no deberían sobrevivir… deberían vivir, reír, aprender, soñar.
Pero mientras tú lees esto, hay uno llorando de hambre. Esto no es caridad. Es humanidad. No necesitamos migajas, necesitamos corazones decididos. Hoy puede ser el primer paso hacia algo más grande:un país donde ningún niño vuelva a mendigar comida.
Copyright 2025. Fundación Clara Victoria. All Rights Reserved.